viernes, noviembre 03, 2006

ya no es como antes...

El clima en la ciudad ya empieza a refrescar, hasta hace algunos dias no se soportaba el intenso calor, que como una sombra caia implacable sobre esta tierra, en las noches ya se siente un poco de frio y en las mañanas el agua esta algo mas que fria, algo raro en esta ciudad tan eternamente candente... con decir que ya hasta en las noches me encobijo... pues si ya esta cerca la temporada decembrina y ya se avecina el invierno y ahora con este pinche cambio de horario que no hace mas que apendejar a cual mas (estoy incluido en la lista)... mientras circulaba en esta mañana por las calles de la ciudad me llegaban olores de flores, de gente apresurada haciendo sus compras, olores del copal e incienso, olores que me trajeron gratos recuerdos de mi infancia, de cuando disfrutaba de esas mañanas cuando aun vivia mi abuela y de cuando se despertaba muy de madrugada en estos dias de las fiestas de todos los santos a preparar cuanto estuviese disponible en el presupuesto de la familia, que el mole, que los dulces, que los tamales, chocolate, sopas, guisados, postres, panes, galletas, algun mezcalito y una que otra cerveza, mientras mi abuelo se esmeraba en la construccion del altar, con las flores que desde medio año atras se sembraban en el patio de la casa y que los aguaceros de junio se encargaba de que las semillas fecundaran... ¡por Dios! que, que bonito era ver a ese par de señores ya con nieve en los cabellos, verse mover de un lugar a otro con el trajin de que ¡apurate que pueden llegar invitados!, por que eso si nunca faltaban en esas fechas, y que muele mas rapido la pasta para el mole, que los cacahuates se queman... y que hay que cortar mas flores, mi'jo trae las naranjas, lavalas y cuelgalas en el altar, despues ta vas de tu tia lula a que te preste el mantel que siempre ponemos en la mesa (mantel que hacia mas de tres meses que aun no lo regresaban desde que mi abuela se los presto para la comida de uno de sus hijos), mientras la casa se iba impregnando de todos los olores que aun a estas alturas de la vida se pueden percibir, por que esta tradicion ya se va quedando olvidada en las cenizas del tiempo...hoy al despertarme ya no respire aquellos olores que mas de una vez en mi infancia me hicieron despertar, mi abuela Maria, ya no esta con nosotros y solo Benjamin mi abuelo, el huraño, el orgulloso; se ha encargado de realizar el altar que año con año hacia con su pareja... la casa ya no huele a mole, ni a naranjas, si a pan ni siquiera a copal; solo huele a nostalgia, a soledad a remembranzas por el tiempo pasado mientras me acerco a la mesa del altar testigo fiel y mudo de tantos años, observo en una esquina del cuarto a mi abuelo, con la mirada perdida y dos lagrimas resbalando por sus mejillas; pensando... estoy seguro en María, mi abuela...

2 comentarios:

Grimalkin el Bardo dijo...

Muy conmovedor. Muy íntimo. Muy interesante.
Te dejo un saludo afectuoso. Te estaré leyendo.

;)

caminante errante dijo...

gracias mi estimado...aqui seguire.